COVID,
BURKA Y PARANOIA
Por:
Omkar Avel
Aparece el Coronavirus en
China en noviembre de 2019, hay que tener mucho cuidado, lo menos que uno
visite un hospital y cementerios me dije,
el 07 marzo de 2020 aparece el paciente cero en Colombia, el virus entró EN
ALFOMBRA ROJA por el Aeropuerto el Dorado de Bogotá, los primeros pacientes
eran pasajeros que recientemente habían venido de Europa y Estados Unidos, luego
en el barrio los rumores de que una de las “Hermanitas
Calle” dizque vecinas del sector tenía el Covid, para entonces ya tenía
conmigo alcohol, gel antibacterial y papel para el secado de manos y había
tomado por mi cuenta los cuidados de distanciamiento social antes que lo
decretaran.
Iniciando el mes de julio de
2020 mi hermano es hospitalizado por asuntos del Corazón, eso alteró la
familia, empezaron los contactos y diálogos familiares, por pandemia se hace
imposible visitarlo, pero llega el momento que había que llevarle algunos
objetos de aseo personal y se me pidió que fuera yo a llevarlos, se me dijo que
no dejan entrar, que el paquete está marcado con la palabra CORONARIOS (del
Corazón), el nombre de mi hermano, el piso y el número de la habitación,
sencillo, es solo dejarlo en portería, pero una vez en la Clínica, ya en
portería se me dijo que ellos no reciben nada, que había que llevarlo a la
habitación del paciente, se me permitió
entrar y me orientaron la ruta a seguir,
unos metros más adelante, en un corredor me encuentro con otro vigilante que
restringe el paso, me pidió mi nombre y lo que buscaba, se comunicó con el piso
y me dejo esperando, mientras tanto cuatro personas de la salud totalmente cubiertos
con barbijos, gafas, guantes y gorros empujando una cama UCI con una paciente
como dormida, sedada o en coma, ¿qué sé yo?... pero entubada, ¡algo de pánico!,
para dar paso y evitar que la cama me rozara me arrinconé de cara a la pared,
pero la cama no avanzaba y parecía encorralado, luego la cama siguió su ruta,
el vigilante recibió la autorización, me pidió otros datos y me orientó por
donde seguir al ascensor, indicándome que una vez en el piso tocara el timbre,
que allí salía una enfermera y le entregara a ella el paquete, una vez cerca al
ascensor me encuentro que esa cama UCI que ya había visto, la iban a meter al
asesor, me pareció más seguro coger las escaleras, una vez en el piso y usando
un tapabocas poco seguro llegue algo asfixiado, lo que me obligó a retirarme esa
bufanda que más parecía una “burka” y
la tenía de barbijo y sorpresa, en frente mío está la misma cama UCI con la
paciente entubada, me escabullí de allí lo más rápido, pero algo perdido en
esos pasillos.
Busco a quien preguntar y me
encuentro con dos personas de aseo, moviendo unos recipientes con desechos
hospitalarios, llevaban puestos guantes, gorros, gafas industriales y máscaras
antigases de estilo militar que dan más pánico, les pregunté por la sala de “CORONARIOS”,
no me entendían por las máscaras, le mostré el letrero que tenía el paquete donde
se podía leer SALA CORONARIOS (del corazón), me orientaron, seguí la ruta señalada a paso
ligero y firme, llegué a la sala y las puertas estaban abiertas de par en par,
busqué el anunciado timbre y para nada, entré un poco y veo en la primer
habitación con paredes y puerta de vidrio transparente como un local-vitrina de
centro comercial, en el centro un paciente “dormido” y entubado, no es mi
hermano, no veía a nadie a quien preguntar, cuando detrás mío, aparece la cama
UCI que había visto desde el primer piso y parece que yo estaba estorbando el
paso, en la misma sala me evadí al otro corredor y avanzo, veo en ese pasillo otras
habitaciones-vitrinas, miro más pacientes entubados y “dormidos” pero ninguno
era mi hermano, no quería estar allí pero sigo caminando y lamentaba que mi
hermano lo tuvieran en esa sala en medio de la pandemia, cuando por fin veo una
enfermera cubierta como un astronauta, apenas le iba a preguntar… (…), ella me
dice que no puedo estar ahí que es prohibido, se levanta de la silla como si me
fuera a sacar e empellones, pero yo caminaba más rápido que ella hacia afuera, alcance
a mostrarle el letrero del paquete y me señaló la ruta y seguía regañándome,
solo alcance a decirle que me orientaron mal, ya estaba afuera de esa sala y
seguí la ruta indicada, por fin llegué a un lugar sin salida, unas puertas
cerradas y empiezo a buscar el timbre, veo unos rectángulos de pasta negra en
la pared, para no tocarlo saco unas llaves de moto y oprimo con ellas, pero era
una pasta rígida, no respondía, en la otra pared encontré otra pasta similar hundí
con la punta de la llave pero tampoco respondía, al fin vi un suiche blanco y
un letrero que decía “TIMBRE”, ¡qué alivio!, lo oprimí con la misma punta de la
llave y a la puerta asomó una enfermera, pregunté mostrando el nombre del
destinatario y dirección anotada y me confirmó que ahí era el lugar, ¡que
descanso!, entregué el paquete y salí corriendo escalas abajo, al salir por
portería principal veo un envase de gel anti-bacterial, le pedí al portero quien
muy amable me permitió sacar una dosis y restregué bien las manos, seguí hacia
mi moto y “paniqueado” me fui a casa, en los semáforos en rojo quería
desaparecer cuando se me acercaba otro “motoneto”.
Una vez en casa, en la
entrada me despojo de todos los trapos,
los llevo al lavadero, lavo el calzado, lavo las llaves y algunos trapos a mano
con abundante jabón, otros a la lavadora, le echo buen detergente ya mezclado
en agua y me meto a la ducha, allí me embadurno de jabón, me estrego casi a
desteñirme, me dejo como en remojo me enjuago y repito otra enjabonadura, me
enjuago nuevamente con abundante agua, me dejó escurriendo unos treinta
segundos en quietud y con los ojos cerrados, tomo una toalla limpia, después de
usada la echo a la lavadora y enciendo la máquina para que se lave con el resto
de ropa, me cepillo los dientes, me puse ropa ligera y fresca, extendí la ropa
recién lavada, la que dejé por ocho días colgada en el patio y otros días más doblada
en cuarentena mientras guardar distanciamiento social y en lo posible encierro
por catorce días, luego de este tiempo un dolor de garganta a las 2:00 de la
madrugada, despierto con pánico, me hago un té con jengibre, mientras lo bebo
prendo el computador para consultar los
síntomas de COVID y su relación con el dolor de garganta, busco test virtuales
y realizo dos, con resultados satisfactorios, pero con recomendaciones de usar
mascarilla y el distanciamiento social, al otro día sin querer salir de casa,
debía hacerlo para ir en busca de un termómetro, me asee bien, me puse un buen
tapabocas y salí, en la primer farmacia me dijeron que estaban agotados, que
tal vez no lo conseguía, pregunté dónde
estaba la otra farmacia más cerca, me orientaron, allí fui exagerando con el
distanciamiento y solo habían termómetros para niños, me parecía insensato
buscar más y compré el que me ofrecían que tenía en uno de sus extremos “un Sol
con carita feliz”, ya en casa me puse el termómetro en la axila y marcó 32.4,
me digo con alivio: “no tengo fiebre,
pero parece que tengo hipotermia”, luego de una ducha lo probé nuevamente
en la axila contraria y marcaba ya 32.8, “parece
que sigo con hipotermia", los días
siguientes seguí tomándome la temperatura ya mostraba entre 34.5° y 36°,
mientras el dolor de garganta mejoraba en el día y se agudizaba en la madrugada,
luego de una consulta médica por tele llamada
se dictamina laringitis, me dan unas órdenes virtuales y recomendaciones de
mascarilla y distanciamiento.