CUENTOS de distintas fuentes que podrían ser útiles en la toma de consciencia.
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Por la reacción al dolor, el Maestro soltó al animal, que cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El Maestro de nuevo intentó sacarlo y otra vez el bicho le volvió a picar.
su discípulo que había observado todo, se acercó al Maestro y le dijo: Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que usted intenta sacarlo del agua lo picará?
La naturaleza del escorpión es picar y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar, respondió el maestro.
Y entonces, ayudándose de una hoja, el Maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
“APRENDIENDO
A CALLAR”
CUENTO
ZEN
Cuatro
estudiantes se prometieron el uno al otro observar siete días de absoluto
silencio.
Durante
el primer día, todos permanecieron callados. Su meditación había empezado con
buen pie. Pero al caer la noche, como fuera que la luz de las lámparas de
aceite habían empezado a palidecer, uno de los estudiantes no pudo evitar decir
a un sirviente:
“Recarga esas lámparas”.
Un segundo estudiante se quedó estupefacto al oír hablar al primero:
“Se suponía que no íbamos a decir una palabra”, observó.
“Sois los dos unos estúpidos. ¿Por qué habéis hablado?”, preguntó el tercero.
“Yo soy el único que no digo nada”, concluyó el cuarto estudiante
“Recarga esas lámparas”.
Un segundo estudiante se quedó estupefacto al oír hablar al primero:
“Se suponía que no íbamos a decir una palabra”, observó.
“Sois los dos unos estúpidos. ¿Por qué habéis hablado?”, preguntó el tercero.
“Yo soy el único que no digo nada”, concluyó el cuarto estudiante
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Carta de Paco a Elena
“querida Elena:
En tu busca, escalaria la más alta de las montañas y nadaría en medio
del mar más enfurecido. Soportaría cualquier penalidad con tal de estar un
segundo a tu lado.
Tu siempre amante
Paco.
P.D. Me pasaré a verte el viernes por la noche, si no llueve.
OSHO
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EL ESCORPIÓN Y EL MAESTRO.
Un Maestro vio cómo un escorpión se
estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el bicho le
picó.
Por la reacción al dolor, el Maestro soltó al animal, que cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El Maestro de nuevo intentó sacarlo y otra vez el bicho le volvió a picar.
su discípulo que había observado todo, se acercó al Maestro y le dijo: Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que usted intenta sacarlo del agua lo picará?
La naturaleza del escorpión es picar y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar, respondió el maestro.
Y entonces, ayudándose de una hoja, el Maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
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DIÓGENES Y EL PLATO DE LENTEJAS
Un día estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas. En ese momento, llegó Aristipo, otro filósofo que vivía con lujo adulando al Rey
Alejandro Magno, y le dijo: Mira, si fueras sumiso al rey, no tendrías que comer esa
basura de lentejas, Diógenes le contestó: Si tú aprendieras a comer lentejas, no tendrías que degradarte
adulando al rey.
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DIÓGENES
Diógenes, el místico griego se encontró con Alejandro Magno cuando este se dirigía a la India. Era una mañana de invierno, soplaba el viento y Diógenes descansaba a la orilla de un río, sobre la arena, tomando el sol desnudo.
Era un hombre hermoso. Cuando el alma es hermosa, surge una belleza que no es de este mundo... Alejandro no podía creer la belleza y gracia de aquel hombre y le dijo: -Señor -jamás había llamado “Señor” a nadie en su vida-, señor me ha impresionado enormemente su persona, además he oído hablar de su gran sabiduría. Me gustaría hacer algo por usted, ¿Qué podría hacer yo por usted? Muévete un poco hacia un lado, pues me estás tapando el sol, esto es todo, no necesito nada más -dijo Diógenes.
-Si tengo una nueva oportunidad de volver a la tierra, le pediré a Dios que me convierta en Alejandro de nuevo y si esto no es posible, que me convierta en Diógenes.
Diógenes se rió y dijo: -¿Quién te impide serlo ahora mismo?... ¿Adónde vas? Durante meses he visto pasar ejércitos, ¿a dónde van? ¿Para qué?.
-Voy a
-¿Y después que vas a hacer? -preguntó Diógenes.
-Después voy a descansar.
-Estás loco.
Yo estoy descansando ahora.
No he conquistado el mundo y no veo que necesidad hay de hacerlo.
Si al final quieres descansar, ¿por qué no lo haces ahora? Y te digo más si no descansas ahora nunca lo harás.
Morirás. Todo el mundo se muere en el camino, en medio del viaje.
Alejandro se lo agradeció y le dijo que le recordaría, pero que ahora no podía detenerse.
Alejandro cumplió su destino de conquistador pero no le dio tiempo de descansar antes de morir.
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EL ANILLO
Vengo maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no hago nada bien, que soy torpe, nadie me quiere. ¿Cómo puedo mejorar?, ¿qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después... -Y haciendo una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y tal vez después pueda ayudar.
E... encantado maestro -titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
Bien -asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba puesto en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dió al muchacho, agregó: -Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara, hasta que un viejito se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
Después de ofrecer su joya a todo el que se cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró a la habitación, donde estaba el maestro, y le dijo:
Maestro, lo siento pero no es posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.
Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro -Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. No importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
Llegó a la joyería, el joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó, y luego dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
58 monedas?! - exclamó el joven.
Sí -replicó el joyero -Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo. -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.
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LA TEORÍA ES INSUFICIENTE
Un erudito alquiló una barca para cruzar un río caudaloso.
Al recibirlo, el barquero se expresó con frases gramaticalmente incorrectas. Después de corregirlo, el erudito preguntó: ¿Tú no has estudiado gramática?
- No señor, contestó el barquero, soy un iletrado.
- ¿Tampoco sabes geografía ni aritmética?, volvió a preguntar el erudito.
- No señor, nada de eso sé, respondió avergonzado el aludido.
- Supongo que tampoco sabrás nada de historia, literatura o filosofía, interrogó de nuevo el hombre culto.
- No tengo ni idea de nada de eso, soy sólo un barquero ignorante, habló humillado el pobre hombre.
- ¡Pues amigo, un hombre sin cultura es como si hubiera perdido la mitad de su vida!
Instantes después, la barca, arrastrada por la corriente, fue a dar con unas rocas que provocaron una gran vía de agua. El barquero preguntó a su pasajero:
- Señor, ¿sabe usted nadar?
- No, respondió.
- Entonces me temo que va a perder toda su vida.
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LEON QUE SE CREÍA O OVEJA (tomado de SRI H.W.L. POONJA)
Una leona muere al parir un cachorro y este es criado por un rebaño de ovejas que pasaba por el lugar. Creció toda su vida viviendo como una oveja, comiendo hierba, temiendo a los leones... Hasta que un día fue sorprendido por otro león. Estaba tan aterrorizado que no pudo escapar. El otro, desconcertado, le explicó que no era una oveja sino un león y le instó a que mirara su imagen reflejada en el arroyo. El león-oveja tomó entonces consciencia de su verdadera naturaleza. Era un león que creía ser oveja. El relato del rey que sueña que es un mendigo tiene el mismo trasfondo.
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Los Ciegos y el Elefante
(John Gofrey Saxe)
Había seis hombres muy interesados en aprender, que al elefante salieron a ver a pesar de que eran ciegos, para con cada observación satisfacer su curiosidad.
Se acercó Juan, al elefante, pero se tropezó con su costado grueso y duro y a exclamar comenzó: ¡el elefante es como un muro!
Francisco, al tocar un colmillo, gritó: ¿qué es esto que hay aquí, tan redondo, tan liso y puntiagudo? Para mí el elefante es como un dardo.
Fernando se acercó al animal y al palpar su trompa imponente, exclamó sin pensar: ¡el elefante es como una serpiente!
Javier le tocó la rodilla, al extender su impaciente mano, exclamando: ¡esta bestia admirable, este enorme elefante viene a ser algo así como un árbol!
Alejandro, que por casualidad le tocó la oreja observó: ¡hasta el hombre más ciego notará que esta maravilla de elefante se parece mucho a un abanico!
En cuanto Leonardo empezó a explorar al animal, agarrándolo por la cola ondulante con la que se encontró en sus tanteos: ¡el elefante se parece a una cuerda!
Y así estos hombres del Indostán se enzarzaron en terca discusión, sosteniendo cada uno con su afán su porfiada e inflexible opinión.
Todos estaban en parte en lo cierto, pero ninguno tenía razón.
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RABIYA
Una tarde la gente vio a Rabiya buscando algo en la calle frente a su choza. Todos se
acercaron a la pobre anciana.
¿Qué pasa? Preguntaron- ¿Qué estás buscando?
-¡Perdí mi aguja
– dijo ella!
Y todos la ayudaron a buscarla. Pero alguien le dijo:
- Rabiya, la calle es larga, pronto no habrá más luz. Una aguja es algo muy
pequeño, ¿por qué no nos dices exactamente dónde se te cayó?
- Dentro de mi casa- respondió ella.
- ¿Te has vuelto loca? – gritó la gente- si la aguja se te cayó dentro de tu casa,
¿Por qué la buscas aquí fuera?
- Porque aquí hay luz y dentro de la casa no la hay.
- Pero aún habiendo luz, ¿Cómo podemos encontrar la aguja si no es aquí donde
la has perdido?
- Lo correcto sería llevar la lámpara a la casa y buscarla allí.
Y Rabiya se rió.
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BELLEZA.
«¿Por qué aquí todos son tan felices, menos yo?»
preguntó el discípulo.
...
«¿Por qué aquí todos son tan felices, menos yo?»
preguntó el discípulo.
...
«Porque han aprendido a ver
la bondad y la belleza en todas partes.» dijo el Maestro.
«¿Y por qué no puedo ver la bondad y la belleza
en todas partes?»
«Porque no puedes ver fuera
lo que no alcanzas a ver dentro.»
Anthony De Mello
la bondad y la belleza en todas partes.» dijo el Maestro.
«¿Y por qué no puedo ver la bondad y la belleza
en todas partes?»
«Porque no puedes ver fuera
lo que no alcanzas a ver dentro.»
Anthony De Mello
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EL HIJO PRODIGO
15:27 El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 15:28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 15:29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 15:30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 15:31 El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 15:32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
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